Portal Semanario

Año 12. No. 650 del 09 al 16 de junio 2018

Premio de Comunicación Alternativa

VAMOS A LA OBRA

 

EL MOVIMENTO ESTUDIANTIL EN MÉXICO

Julio-diciembre de 1968

autor: Ramón Ramírez

*27 de agosto de 1968 marcha en defensa de las libertades democráticas

 

Reseña de Carlos Guillén Soriano,

Integrante del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear

y colaborador voluntario de Frecuencia Laboral,

Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com

 

Generalmente se menciona el 2 de octubre al referirse al movimiento estudiantil popular de 1968. No es para menos. La represión de esa tarde en la Plaza de las Tres Culturas marcó la fecha en la memoria popular. Hubo sin embargo, otras fechas del movimiento que por sus enseñanzas y experiencias, vale la pena recordar. Una de ellas es el 27 de agosto.

En esa fecha se realizó la más grande marcha del movimiento por derechos democráticos, marcó la incorporación de otros sectores y, según el autor Ramón Ramírez, fue el final de la primera etapa de esa lucha.

En su obra El Movimiento estudiantil de México, Julio-diciembre de 1968, escrita de noviembre de 1968 a febrero de 1969, Ramón Ramírez, investigador universitario, presenta un análisis y cronología del movimiento en el primer tomo y una invaluable colección de documentos en el segundo. Se basa en publicaciones de la prensa diaria y en desplegados, manifiestos y correspondencia realizados durante el movimiento por protagonistas y testigos del movimiento.

Con respecto a la marcha del 27 de agosto de 1968, el libro registra crónicas periodísticas publicadas al día siguiente, así como pronunciamientos solidarios con el movimiento de otros sectores.

Ese día, a través de un desplegado publicado en los diarios matutinos, la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas invitó al pueblo de México a participar en la magna manifestación popular en defensa de las libertades democráticas que se realizaría partiendo del Museo Nacional de Antropología de Chapultepec a las 4 de la tarde y terminaría en la Plaza de la Constitución.

Por la tarde, como estaba previsto, decenas de miles de estudiantes y gente de otros sectores llevaron a cabo la manifestación anunciada que culminó el Zócalo con un mitin en el cual participaron seis oradores: dos estudiantes de la UNAM y Politécnico, dos representantes de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media Superior, una madre de familia y un obrero de Naucalpan de Juárez.

La manifestación y la concentración en el Zócalo fueron más numerosas que la del 13 agosto. Cálculos conservadores indican que asistieron al acto no menos de 400 mil personas. Se ha hablado de 500 mil y hasta de 700 mil asistentes. Lo cierto es que se trató de una marcha logró una participación que superó con mucho los marcos estudiantiles. No solo fueron estudiantes y profesores quienes respondieron a la convocatoria, sino que decenas de miles de manifestantes respondieron al llamado estudiantil de Únete pueblo sumando a comerciantes ambulantes, obreros, padres de familia, organizaciones de invidentes, quienes engrosaron la movilización de los contingentes aportados por la escuela de agricultura de Chapingo, la normal de maestros, el Politécnico, la Universidad Nacional y otras instituciones educativas.

A lo largo del recorrido los contingentes se ganaron la simpatía de la población quien manifestó con aplausos su apoyo al movimiento. Las mantas y carteles que portaba la columna de manifestantes eran de franca condena para el cuerpo policiaco, así como de absoluta defensa a los presos políticos, fotografías y dibujos de los próceres de la independencia y de la Revolución Mexicana: Hidalgo Morelos Juárez Zapata y Villa, fueron paseados por jóvenes niños y adultos. Al lado de ellos, los de Ernesto Che Guevara y del dirigente ferrocarrilero Demetrio Vallejo, preso político que para entonces llevaba cerca de 10 años encarcelado.

Las proclamas estudiantiles exigían entre otras cosas: Libertad para los presos políticos “nada con la fuerza todo con la razón” y hacían exhortaciones como ésta: Obrero destruye tu sindicato charro. Los primeros contingentes llegaron a la calzada de la Milla en Chapultepec a las 13:15 horas, a bordo de autobuses, de automóviles y de transportes especiales de la UNAM y del IPN.

La columna fue encabezada por la coalición de padres de familia y de maestros y quedó formada en menos de una hora por 87 grupos. Se insistió en mantener el orden y rechazar a los provocadores. La marcha se inició a las 17:05 horas. En la avanzada iban jóvenes en motocicletas, bicicletas y automóviles, con los que recorrieron varias veces en ambos sentidos el itinerario previsto despertando la curiosidad de los viandantes, cuando no la abierta solidaridad.

Los manifestantes siguieron por el carril Norte del Paseo de la Reforma de manera ordenada. Grupos de estudiantes integraron vallas de protección a fin de evitar la acción de posibles provocadores. Miles de personas que formaron otra valla a lo largo del recorrido de la manifestación observaban el paso de los contingentes al igual que lo hacían otros espectadores que se encontraban en los edificios aledaños.

Cuando la multitud llegó a la Columna de la Independencia otro grupo esperaba allí y aplaudía. Eran estudiantes de Medicina de la UNAM en su mayoría, quienes formaron la valla frente a la embajada de los Estados Unidos para evitar la intromisión de provocadores. Allí había elementos del ejército y de la policía preventiva.

Aplaudía el público desde los edificios y arrojaban papel picado. No eran de colores, eran pedazos de papel periódico o revistas y rollos de maquinas sumadoras. En el Caballito se repitieron ataques contra la prensa vendida. Con magnavoces desde el camión insignia los dirigentes estudiantiles dirigieron mensajes al pueblo. Pedían que se les uniera. Ante el Monumento a Juárez rindieron homenaje al prócer en forma de porras y vítores.

La columna siguió por Avenida 5 de Mayo y los primeros contingentes entraron al zócalo a las 18:35 horas, donde ya estaban reunidas cientos de personas. Cuatro autobuses del IPN con magnavoces, fueron colocados en línea al centro de la gran explanada, a la altura del asta bandera, donde fue izada una bandera roja y negra la que sólo fue arriada hasta que la mayor parte de los reunidos abandonaron el lugar.

En el mitin hicieron acto de presencia empleados y trabajadores del Instituto Mexicano del petróleo y de la fábrica de loza El Ánfora así como campesinos y obreros. En ese momento se escucharon los dobles de las campanas de la Catedral Metropolitana, a la cual habían entrado algunos estudiantes. A las 19:37 horas la fachada de la Catedral fue iluminada. Los manifestantes se sentaron en el piso de la plaza y se dispusieron a escuchar a los oradores.

En primer lugar fue declamado por un estudiante un poema de protesta de Isaías Rojas, preso en la cárcel de Lecumberri. A continuación los oradores insistieron en la solución del pliego petitorio estudiantil, emitieron censuras al gobierno, a los legisladores que rechazaron el diálogo con la dirección del movimiento, el Consejo Nacional de Huelga, a los malos informadores y a la fuerza pública. La petición central del mitin fue Libertad a los presos políticos. Fue leída una lista de 86 detenidos.

Durante el mitin se leyó un mensaje de Demetrio Vallejo enviado a los estudiantes desde la penitenciaría. En su carta Vallejo denuncia la tortura a que era sometido y reitera su exigencia de libertad.

Así transcurrió el mitin hasta que se pidió a la multitud constituida en Asamblea que fijara el día hora y fecha del debate público solicitado a las autoridades. El acuerdo fue hacerlo en el Zócalo como continuación de la asamblea permanente, el día primero de septiembre a las 10 horas. Después se cantó el Himno Nacional y luego ardieron miles de antorchas de papel que iluminaron la gran explanada. Cuando la muchedumbre se retiraba por calles y avenidas, en el trayecto reaparecieron las leyendas de protesta en bancos comercios, fachadas de dependencias oficiales y en los transportes. En el Zócalo quedaron centenares de estudiantes en guardia permanente con tiendas de campaña vehículos etcétera.

Ese día, el Sindicato Revolucionario de Trabajadores de la Fábrica de Loza El Ánfora, en un desplegado el que advirtió a la opinión pública nosotros no somos charros, denunció que en días pasados Fidel Velázquez, líder eterno de la Confederación de Trabajadores de México, hizo declaraciones en la que según su inveterada costumbre calumnió al sindicalismo independiente y democrático y en particular a su sindicato. Para Fidel Velázquez –señaló el desplegado- la independencia sindical equivale un delito y la identifica con la acusación de comunismo, que los charros sindicales y algunas autoridades manejan irresponsablemente como si fuera algo sancionado por el código penal.

Señalaron que los trabajadores del Ánfora no eran indiferentes al movimiento popular encabezado por los estudiantes de la universidad, el politécnico, Chapingo y gran parte de las instituciones de enseñanza superior del país, ya que ellos mismos habían sufrido la represión en carne propia, siendo golpeados en ocasiones diversas por los granaderos y allanado el local de su sindicato. Manifestaron que su asamblea efectuada el 19 de ese mes tomó el acuerdo de solidarizarse plenamente con el programa que ha unificado a los estudiantes y a grandes sectores de la opinión pública. Terminaron invitando a todos los obreros mexicanos, “nuestros hermanos de clase”, a dar su apoyo activo a ese programa que hacemos nuestro y que se resume en los 6 puntos del pliego petitorio estudiantil.

También el Comité de Intelectuales, Artistas y Escritores y el Comité Directivo de la Asociación de Profesores de la Escuela Nacional de Economía, en sendos comunicados expresaron su solidaridad con el movimiento estudiantil.

Ya avanzada la noche, la policía desalojó la guardia que se había quedado. Al día siguiente se acusó al movimiento de haber agraviado el lábaro patrio y la catedral. Hubo actos de “desagravio” en los que los acarreados por el gobierno terminaron manifestando su apoyo al movimiento.

No se repetiría una marcha tan numerosa como la del 27 de agosto, aunque la “silenciosa” del 13 de septiembre, mostró una gran capacidad de organización y disciplina.

Te invitamos a leer la obra de Ramón Ramírez y a comprobar que el movimiento de 1968 fue mucho más que una sola fecha.

Ramón Ramírez. El Movimiento estudiantil de México, Julio / diciembre de 1968, Ediciones Era, Colección Problemas de México, primera edición, 1969

guillen.s.carlos@gmail.com

 

 
   
 
 

 

 

 
 
 
 
 

 

 

Año 12. No. 650 del 09 al 16 de junio 2018

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