Portal Semanario

Año 13. No. 693. del 14 al 20 abril 2019

Premio de Comunicación Alternativa

VAMOS A LA OBRA

 

EL NACIMIENTO DEL CHARRISMO SINDICAL

Por Carlos Guillén Soriano,

Integrante del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear

y colaborador voluntario de Frecuencia Laboral,

Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com

Ahora que se dice que con la reforma laboral aprobada el 11 de abril de 2019 por la Cámara de Diputados, acabó el charrismo sindical, vale la pena recordar cuándo y cómo surgió éste; al menos con tal denominación.

Muchos autores han tocado el tema. En esta ocasión, nos referiremos a las obras de Max Ortega y Edelmiro Maldonado, quienes abordan, desde sus puntos de vista de investigador y dirigente político, respectivamente, el surgimiento del charrismo sindical en México.

Ortega lo hace en el capítulo de antecedentes de la obra Estado y Movimiento Ferrocarrilero 1958 1959. La lucha de fines de la década de los cincuentas, que llevó a numerosos dirigentes ferrocarrileros a la cárcel, entre los que destacaron los principales dirigentes de esa lucha, Demetrio Vallejo y Valentín Campa, no puede explicarse sin las luchas previas de los trabajadores del riel, como la que una década atrás se dio por la reorganización del movimiento obrero y que fue reprimida con la toma violenta de los locales del sindicato ferrocarrilero por cientos de soldados y policías al mando de un coronel del Estado Mayor Presidencial.

Por su parte, Maldonado lo incluye en una obra de carácter más amplio, Breve Historia del Movimiento Obrero Mexicano, en la que hace un recuento de las luchas de los trabajadores mexicanos desde el siglo XIX hasta la decadencia y crisis del charrismo sindical a mediados de los setenta del siglo pasado.

Vemos así, que la década de los treintas del siglo XX hubo un importante ascenso de las luchas de la clase obrera, que se expresó en hechos como el incremento de huelgas que pasaron de la ínfima cantidad de 13 en 1933 a 202 en 1934, y en 1935, primer año del gobierno del general Lázaro Cárdenas, el movimiento sindical desarrolla una actividad mucho más intensa: las huelgas alcanzan la cantidad de 642.

Este ascenso llevó al fragmentado movimiento sindical mexicano a la firma, el 15 de junio de 1935, del Pacto de Solidaridad mediante el cual se constituyó el Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP) “para enfrentar a Elías Calles, a cualquier tipo de agresión contra las agrupaciones pactantes y a cualquier medida que pretenda atentar contra los derechos obreros; que las organizaciones sindicales y campesinas se obligan a prestarse solidaridad, a respetar la autonomía de las demás organizaciones firmantes, a oponerse al colaboracionismo de clases, y en contrapartida, a basar su acción sindical y social en la lucha de clases, y a trabajar con la finalidad de constituir una central única de los trabajadores”.

No obstante la diversidad de posiciones, este movimiento llevó a la unidad de la mayoría de las organizaciones sindicales y a su integración en la Confederación de Trabajadores de México, creada el 26 de febrero de 1936. En su constitución jugaron un papel de primera importancia los sindicatos de industria –petrolero, minero, ferrocarrilero- el Sindicato Mexicano de Electricistas y la Confederación Sindical Unitaria de México, dirigida por el Partido Comunista Mexicano, que también tenía cuadros en dirigentes en los sindicatos de industria. La otra gran fuerza que se integró en la CTM fue la Central General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM), dirigida por Vicente Lombardo Toledano, Fidel Velázquez y otros.

Desde el congreso de fundación de la CTM, se presentaron diferencias entre los dirigentes de los sindicatos de industria y de la CSUM y los de la CGOCM, principalmente. Al llegar al 2° Congreso de la CTM, el 26 de febrero de 1941, la expulsión de los comunistas de los sindicatos y la represión a los obreros que no se alineaban con las políticas gubernamentales eran unas constantes.

Cuando la CTM cumplía diez años de su fundación, al término de la 2a guerra mundial, el gobierno planteó la rehabilitación de ferrocarriles a costa de trabajadores. Ya las diferencias expresadas desde la creación de la CTM, habían resultado en la salida de los sindicatos nacionales de industria y el Sindicato Mexicano de Electricistas. Mineros, ferrocarrileros y petroleros formaron la Central Única de Trabajadores (CUT).

A principios de 1948 hubo cambio de Comité en el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM). El 21 de agosto se realizó una gran marcha contra la devaluación del peso y contra la carestía. Un sector del movimiento obrero mantenía las banderas de la lucha proletaria, abandonadas ya por la CTM. 

El 28 de septiembre de 1948, el secretario general del STFRM, Jesús Díaz de León, a quien apodaban el charro, demandó ante procuraduría a Luis Gómez Z. y a Valentín Campa, por un supuesto desfalco ocurrido cuando estos formaban parte de la dirección sindical. La CTM, CROM y otros aplaudieron la medida.

La respuesta obrera fue inmediata. El 13 de octubre el Comité Ejecutivo General y la Comisión Central de Vigilancia y Fiscalización del STFRM acordaron la suspensión temporal de Jesús Díaz de León bajo la acusación de divisionismo y ser cómplice del gobierno. Se nombró a Francisco Quintero Medrano para dirigir al sindicato.

En respuesta, Jesús Díaz (a) el charro tomó al día siguiente el local sindical nacional y los de las secciones 15, 16, 17 y 18 con cientos de policías y soldados al mando del coronel Serrano del estado mayor presidencial. El 26 de octubre Luis Gómez Z ingresó a la cárcel mientras la Secretaría del Trabajo y Previsión Social reconocía al Charro como dirigente del STFRM.

Desde entonces, se identificó la imposición de dirigentes sindicales afines al gobierno, como charrazo y a los líderes impuestos, como charros.

Resulta curioso que la bandera del charro Díaz de León era la supuesta moralización del sindicato, impulsando una Coalición Moralizadora Ferrocarrilera. En realidad, los 206 mil pesos por los que se acusaba a los dirigentes ferrocarrileros, habían sido utilizados para la creación de la CUT, en ejercicio de la autonomía proletaria.

El charrismo sindical no surgió por decreto. Fue la respuesta de un gobierno antiobrero que veía un peligro en la organización independiente de los trabajadores. Tampoco puede acabar por decreto. Es útil que haya leyes que faciliten la acción de los trabajadores para el ejercicio de la democracia sindical, pero sin la organización y acción de los trabajadores, el fin del charrismo no está aun a la vista.

Para saber más sobre el movimiento obrero y en particular sobre la lucha de los trabajadores del riel, te invitamos a leer.

Edelmiro Maldonado, Breve Historia del Movimiento Obrero Mexicano, Ediciones Estrella Roja, 1980.

Max Ortega, Estado y Movimiento Ferrocarrilero 1958 1959, Ediciones Quinto Sol, 1988.

guillen.s.carlos@gmail.com

 

 
   
 
 

 

 

 
 
 
 
 

Año 13. No. 693. del 14 al 20 abril 2019

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