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Año 11. No. 600. del 25 jun. 01 jul. 2017

Premio de Comunicación Alternativa

PÁGINA SOLIDARIA

En Solidaridad Publicamos Textualmente:

EN VENEZUELA SE JUEGA EL DESTINO DE LATINOAMÉRICA

Dra. Josefina Morales,

Investigadora titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM,

Miembro de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA)

Programa del 24 de junio del 2017,

Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com

Entender el alcance de la crisis que enfrenta el proyecto bolivariano de Venezuela requiere tener presente algunos datos de la formación histórica de este país, así como la lucha de la oposición contra el proyecto que se entrelaza y sustenta en la ofensiva imperialista presente desde principios de siglo.

La lucha de independencia, encabezada por Bolívar, el Libertador de América, se insertó en la lucha bolivariana por Nuestra América, por lo que estuvo estrechamente ligada a la de Bolivia, Colombia, Ecuador, Haití y Panamá.

Es un país con una población de más de 30 millones de habitantes y un territorio de 916 445 kilómetros cuadrados con una enorme riqueza natural, entre las que destacan las mayores reservas de petróleo del mundo, altas reservas de gas y minerales diversos, así como una importante reserva de agua y una gran diversidad biológica.

Desde principios de la década del 20 del siglo pasado, sus recursos petroleros fueron apropiados por el gran capital trasnacional y hasta mediados de la década del setenta se nacionalizó, parcialmente, la actividad petrolera. Proceso que dio una configuración cuasimonoproductora y monoexportadora, con el petróleo, y una economía y Estado rentista. La renta petrolera ha significado por décadas alrededor del 90% de los ingresos públicos, mal distribuidos.

El boom petrolero de 1979-1981 disfrutó de elevados precios internacionales del petróleo, a partir de la consolidación en el mercado mundial de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), impulsada por Venezuela desde los años sesenta. Recursos extraordinarios que fueron ampliamente dilapidados por un burguesía rentista e importadora no sólo de alimentos e insumos industriales, sino de productos suntuarios, al tiempo que crecía el endeudamiento público.

Con la caída de los precios del petróleo y la crisis de la deuda llegó el neoliberalismo y una rápida descomposición del Estado que en poco menos de una década sumergió al país en una profunda crisis económica, política y social con un crecimiento explosivo de la pobreza.

La revuelta popular del 27 de febrero de 1989 frente al incremento inesperado de la gasolina, el Caracaso, fue reprimida ferozmente con centenares de muertos y probablemente miles, en el curso de una semana. A principios de los años noventa, Hugo Chávez, con otros militares, intenta un golpe de Estado que fracasa; a los pocos años sale de la cárcel y se inserta en la lucha política y popular, triunfando en las elecciones de 1998.

La revolución bolivariana

Entre los cambios políticos fundamentales impulsados por Hugo Chávez para alcanzar una transformación estructural de la economía y la sociedad venezolanas, está la realización de una nueva Constitución que rescata la riqueza nacional, busca una nueva distribución de la renta petrolera, un nuevo papel del Estado e impulsa una mayor participación popular, a través de la democracia participativa, el referedum revocatorio y una nueva política social a través de las misiones de salud y educación.

Al mismo tiempo recupera el espíritu bolivariano e impulsa una nueva forma de integración latinoamericana con la creación de la Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA) que busca mecanismos de cooperación y complementariedad, empezando por ofrecer petróleo, a países sin ese recurso, a precios más bajos que los internacionales. Impulsa la formación de UNASUR, un mecanismo de integración y coordinación de los países sudamericanos y la Conferencia de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC.

Posiciones que, frente a la ofensiva imperialista y oligárquica que va de un golpe de Estado a la guerra económica, acentúan su carácter antimperialista que adquiere un triunfo con la derrota del ALCA en 2005 y con sus pronunciamientos de avanzar hacia el socialismo del siglo XXI.

La ofensiva contra Chávez fue del golpe de Estado, el paro petrolero y el referéndum revocatorio, que fracasaron, no sin tener graves repercusiones económicas, a una creciente guerra económica.

A la muerte de Hugo Chávez, el gobierno de Maduro enfrenta el crecimiento de la oposición que incluye asesinatos y endurecimiento de la guerra económica que encuentra en una política económica de subvención a la importación de bienes de consumo necesarios (alimentos y medicinas) un camino de rápida riqueza con el contrabando, el mercado negro de divisas y el boicot comercial.

A partir del triunfo de la oposición en la Asamblea Nacional en 2015 y sostenidos en la declaración de Obama de marzo de ese mismo año, que caracteriza a Venezuela como “una amenaza para la seguridad nacional” de Estados Unidos, se multiplica la ofensiva contra el gobierno, que cuenta con una fuerte dimensión mediática, nacional e internacional, hasta que en medio de la caída de los precios del petróleo, arrecia la guerra económica.

En los últimos 75 días la ofensiva contrarrevolucionaria se manifiesta cotidianamente en las calles con una total negación al diálogo, con tintes insurreccionales, sostenida, en gran parte por el imperialismo estadounidense.

La Organización de Estados Americanos (OEA), viejo ministerio de colonias estadounidense, vuelve a fracasar en México en su intento de condenar al gobierno venezolano por antidemocrático y exigirle el cumplimiento de las demandas de la oposición. Lamentablemente el gobierno de México se manifiesta como instrumento servil de los Estados Unidos.

En la crisis de Venezuela, no sólo se juega el futuro inmediato de su pueblo, sino también, en gran parte, el destino de Nuestra América sometido a una renovada ofensiva imperialista y una renovada ofensiva neoliberal contra los trabajadores en todos nuestros países.

 

 
   
 
 

 

 
 
 
 
 

 

 

 

 

Año 11. No. 600. del 25 jun. 01 jul. 2017

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