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VAMOS A LA OBRA
MIEDO LÍQUIDO Autor: Zigmund Bauman *El uso económico y político de las campañas de terror: obtener ganancia y control social. *La solución: organizarse y estudiar el origen del miedo y cómo combatirlo en colectivo.
Reseña elaborada por María de Lourdes Martínez González Periodistas y Conductora de Frecuencia Laboral Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com
El autor señala que: En teoría la modernidad tenía que hacernos libres, generar un mundo que nos alejará del miedo, que nos diera estabilidad ecoómica, social y psicológica, pero lejos de ello el poder político y económico utiliza el fomento de campañas de inseguridad y hasta de terror para el control social, para obtener mayor ganancia, para concentrar capitales y despojar, genera incertidumbre y vuelve a las personas vulnerables, para luego imponer aparentes soluciones que en realidad son medidas autoritarias -toques de queda, estados de sitio, militarizacion, controles de identificación, retenes- que restringen los derechos humanos. El miedo es a lo desconocido, al peligro pero cuando no sabemos de dónde viene ni cuáles son sus causas, genera incertidumbre y condiciones que facilitan el fomento del terror. Una forma de minimizar esa sensación o de sentirse más protegidos es controlando la situación, conociéndola, descubriendo cómo se puede prevenir de manera colectiva, organizada y con el conocimiento a fondo de las causas del problema. Cuando se desconoce el ambiente o entorno en el que nos movemos es común que las personas tiendan a dejar volar se imaginación y lleguen a sentir terror, autofomentado que se suma al de las campañas intencionales. El miedo se puede clasificar en tres clases: amenazas al cuerpo y a la propiedad de las personas. 2) amenazas que tienen que ver con la inseguridad social y el miedo a perder la vida, 3) amenazas por desempleo, a perder su posición en la jerarquía social, a la pérdida de la identidad por degradación social y la exclusión. Una forma de fomentar el miedo es la difusión continua de desastres naturales e incidentes, desde que inició el siglo XXI hay alertas globales por virus asesinos en la carne, en el agua, en el aire e incitan a inyectarse vacunas. Otra es a grupos de narcotraficantes o de terroristas a quienes nadie les puede ver el rostro ni se sabe en dónde viven o cómo se llaman, es un algo difuso que genera incertidumbre. La vida moderna líquida tarda lo que dura una canción la muerte se convierte en algo temporal que sólo está vigente hasta nuevo aviso. Los pánicos vienen y van y por espantosos que sean siempre es posible suponer con toda seguridad que compartirán la suerte de todos los demás. La vida líquida fluye y sale pesadamente de un desafío a otro y cada desafío. Convertir lo desconocido en algo previsible es una solución al miedo Muchos miedos se fueron antes de sentir que nos espantaban, pero se trata de prolongar la frustración no la gratificación y por eso se alienta el bombardeo de noticias confusas y que nos llenan de miedo. Hay una solución, convertir el miedo a lo desconocido en riesgo previsible. Es decir, el riesgo es el peligro que podemos predecir es el peligro que podemos calcular, lo ideal sería preocuparnos sólo de los riesgos y de la posibilidad de calcular su probabilidad de ocurrencia o incidencia. Por lo que deberíamos preocuparnos no es por grupos de terroristas o narcotraficantes sin rostro o de un virus que está en el aire y no sabemos cómo prevenirlo, sino que lo que debería ocuparnos es en ser precavidos ante los peligros visibles que pueden preverse y cuya probabilidad puede ser computada. Los miedos que manan del síndrome Titanic son los que se fomentan con más frecuencia, aquellos en donde la catástrofe siempre está latentes fomentan que nos va a matar a todos de golpe, ciega e indiscriminadamente, tomando a todo mundo desprevenido y sin defensas. Todas las campañas de terror se basan en cosas o temas que pueden ocurrir, probablemente. En la actualidad los miedos son múltiples y variados pero las personas de distintas posiciones sociales enfrentan los mismos miedos, como por ejemplo, quedarse sin empleo o en el salario bajo. Sin embargo aquellos peligros que difícilmente se pueden predecir son los más temibles, son los imprevistos la probabilidad lo impredecible. Hay una utilidad económica y política del miedo: obtener ganancia y control social. Hay un proceso predatorio y parasitario en el fomento del miedo, lo cual genera daños y los miedos se canalizan, se potencian unos y se minimizan otros, en funcioón de la utilidad y la gubernamentabilidad. En el estado de seguridad personal el poder político y económico utiliza el miedo para legitimarse como defensa del orden público, cuando es esa gubernamentalidad la propia amenaza, porque el neoliberalismo genera las condiciones de despojo, de inconformidad social y, luego, justifica la violencia y justifica ante la sociedad que tiene necesidad de mayor estado de excepción –de mayores medidas autoritarias- para quitarle el miedo y garantizarle seguridad a la sociedad. La actual élite del conocimiento la oligarquía del internet y los recursos digitales son partícipes de eso. Otra solución: fomentar lazos sociales y combatir en colectivo las causas del miedo. Preocuparnos de los peligros sobre los que sí podemos hacer blanco nos mantendría ocupados y despreocupados de todos los demás que sean imposibles de controlar. Eso nos ayudaría por lo menos a apartar las pesadillas y el insomnio. Hay muchos miedos: económicos, sociales, ecológicos, el de la exclusión de la civilización, el desmoronamiento del orden social, entre otros, y al no entender el origen y la lógica de lo que nos aterroriza nos hayamos perdidos, impotentes y actuamos de la misma forma –impotentes y perdidos- ante el peligro. Cuando entra la razón y estudiamos las causas de nuestro miedo, descubrimos sus orígenes, buscamos alternativas y podemos combatirlo si actuamos en consecuencia y en colectivo. De lo contrario, c areceremos de las herramientas y de las habilidades adecuadas para enfrentar el miedo y los peligros. La sensación de impotencia no reside en las amenazas percibidas en sí, sino en el espacio que hay entre esas amenazas, el miedo y la respuesta. A pesar de que los miedos que nos aquejan los compartimos muchos no se combaten en colectivo sino en lo individual. La pregunta es ¿cómo reunir y unificar fuerza y no ser luchadores solitarios contra el miedo? La sociedad individualizada dilapida los vínculos sociales y el cimiento de la acción solidaria de hecho hay mucha resistencia contra la acción solidaria, pero es la solución para combatir el miedo. En una sociedad individualizada es difícil la acción solidaria, pero no es imposible.
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