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Conmemoran su Día...Pero sin Pensiones ni Seguridad Social TRABAJADORES UNIVERSITARIOS EN PRECARIEDAD*Gobernantes Desvían los Fondos de Pensiones para Actividades Políticas. *Las Jubilaciones son tan Bajas que la Mayoría de Académicos Prefiere Seguir Trabajando. *Aumenta el Número de Académicos e Investigadores que Fallecen Dando Clases.
Participación de Carlos Guillén S.*, Secretario del Exterior del Sindicato Único de Trabajadores de la Energía Nuclear (SUTIN), Programa Frecuencia Laboral del sábado 26/03/2016 Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com
El 27 de marzo, aparece en el calendario como el día del trabajador universitario. Como en materia de salario, contratación, prestaciones y luchas, tampoco en el festejo hay unidad, pues en distintas instituciones se reconoce tal día, en distinta fecha. En lo que si hay coincidencia es en la cantidad y tipo de problemas que enfrenta este tipo de trabajadores. En otra ocasión nos hemos referido a los salarios, contratación, permanencia y promoción, prestaciones y organización. Son éstos, aspectos en los que todos los trabajadores del conocimiento, no sólo los universitarios, padecen carencias y sufren agresiones constantes. En esta ocasión, nos referiremos al futuro de los trabajadores del conocimiento, de los cuales forman parte los “festejados” por estos días. Trabajar durante dos o tres décadas, en otro tiempo, era garantía de un final de la vida laboral que llevaba a jubilaciones y pensiones más o menos decorosas, que permitían al trabajador en retiro, dedicar su tiempo a las actividades que él decidiera. Cada día que pasa, eso va quedando en un pasado más remoto. Desde hace unas dos décadas, el tema de las jubilaciones es un tema recurrente y, para muchos políticos y comunicadores, la explicación a algunos de los problemas nacionales. Durante un tiempo, las luchas de los trabajadores, tanto los de empresas particulares como los de instituciones del Estado, lograron ir construyendo un sistema de seguridad social representado sobre todo, por las dos grandes instituciones públicas: el Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ISSSTE. Adicionalmente, algunos gremios lograron instituciones y condiciones especiales, tanto en los servicios de salud, como en las condiciones de retiro. Algunos sindicatos lograron las llamadas jubilaciones dinámicas, con lo que sus jubilados se retiraban de la vida laboral disfrutando prácticamente de las mismas condiciones que los trabajadores en activo. Se lograron asimismo, hospitales y clínicas de gran calidad al servicio de un sector específico de trabajadores. Con el neoliberalismo, esto cambió. Tanto empresas como instituciones, pasaron a ser blanco de las críticas de los privatizadores, quienes acusaron a unas y otras de ineficientes y caras. Sobre todo, de ser las causantes del deterioro de la economía. Esto llevó a una privatización a gran escala de muchas empresas y al paulatino desmantelamiento de las instituciones. En el caso que nos ocupa, de los trabajadores universitarios, en varias instituciones se lograron regímenes jubilatorios especiales, distintos a los del IMSS y del ISSSTE, que también eran ventajosos con respecto a los de las instituciones mencionadas. El problema es que, por un lado, lo creado fueron sistemas especiales, no para todos y sus formas de financiamiento no les dieron la solidez que les permitiera resistir los embates privatizadores y las campañas de desprestigio. ¿Cuál es la situación actual? Veamos algunos casos como ejemplos. En el caso de la Universidad de Colima, las autoridades universitarias no cumplieron con los tiempos y montos establecidos las aportaciones al Fondo Social de Apoyo al Pensionado, lo que llevó al extremo de una huelga de hambre del dirigente del sindicato de trabajadores de esa universidad, en demanda de que las autoridades universitarias cumplieran sus compromisos. El manejo de los recursos, entonces, no se hace con transparencia, lo que pone en riesgo su manejo y sobre todo su futuro. En el caso de Zacatecas, se acusa que las jubilaciones se llevan la mayor parte del presupuesto y que impiden la realización adecuada de actividades universitarias. Ahí un problema, es que desde la Secretaría de Educación Pública hay un trato injusto a la Universidad ya que, por ejemplo, de 1 700 maestros de tiempo completo, la SEP sólo reconoce a 700. El gobierno estatal a su vez tiene ya una larga tradición de adeudos a la Universidad. Así, los recursos que hay, se deben manejar prácticamente haciendo milagros, para cubrir las necesidades. No es entonces tampoco, un caso de que las jubilaciones, por sí solas representen el problema, sino de la política de los gobiernos estatal y federal hacia la universidad. Otro caso es Michoacán. Los universitarios de esa entidad cuentan con un sistema pensionario para el que la Universidad cubre hasta el momento las aportaciones correspondientes. Sin embargo, en fechas recientes, se ha hablado de una modificación unilateral a la legislación, para que la Universidad deje de hacer los pagos como hasta ahora. Sin la consulta y la participación de los trabajadores en las decisiones que pudieran mejorar la situación, solo se pueden esperar mayores problemas que las soluciones que se propongan. Un caso que no podemos dejar de mencionar, no de universitarios, sino de trabajadores de la investigación científica, es el del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, que con 34 años de existencia y de aportaciones en un tema tan importante como la alimentación, en los centros de trabajo que tiene en Sonora, Nayarit, Chihuahua y Sinaloa, tiene a sus trabajadores fuera de los beneficios de la seguridad social. Se trata de un caso extremo, ya que mientras en otras instituciones educativas o de investigación, hay fuertes críticas a los sistemas de salud y seguridad social, en este caso, los trabajadores tuvieron que llegar a la huelga –primera en un centro público de investigación- para demandar su inscripción en alguna de las instituciones de seguridad social existentes. Después de dos semanas de huelga, lograron una promesa de incorporación a una de las instituciones de seguridad. Aún falta que la promesa se haga realidad. En los casos de universitarios mencionados, los trabajadores lograron en su momento un sistema pensionario “propio”. Pero ¿qué pasa con los que están en las grandes instituciones de seguridad? Tanto el IMSS como el ISSSTE se han visto sometidos a fuertes presiones, a causa del crecimiento de sus obligaciones derivado tan solo del crecimiento de la población, a la vez que cuentan cada vez con menores presupuestos, lo que resulta en servicios de salud con cada vez con mayores dificultades por falta de medicamentos, personal insuficiente, mayor demanda de servicios, amén del natural deterioro de su infraestructura por el uso intensivo de la misma. Como en otros casos, la salida gubernamental pasa por la acusación de que las pensiones son las culpables y se han implementado reformas que han dado como resultado el paso de sistemas solidarios a sistemas de cuentas individuales, que a la vez que dejan de lado la obligación del estado de hacerse responsable de tan importantes actividades –salud y seguridad social- introducen entre los derechohabientes la ilusión de que las salidas individuales son la solución. Las reformas a las leyes del IMSS y del ISSSTE crearon las cuentas individuales que -ya se está viendo- ni solucionaron la problemática de las instituciones y sí sirven para que enormes masas monetarias pasen a manos privadas a través de las afores y la subrogación de servicios médicos. En el caso de los trabajadores del conocimiento, también mencionaremos en este caso, sólo a manera de ejemplos, la situación de los trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, UAM, Instituto Politécnico Nacional, IPN e Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, ININ. En los primeros casos, las edades promedio están alrededor de sesenta años. En el caso del IPN no conocemos los datos, pero deben ser similares o aún mayores. En estas instituciones los casos de trabajadores, sobre todo académicos e investigadores, que llegan a las aulas o laboratorios en sillas de ruedas o con bastones, con problemas de audición o de vista o incluso que han fallecido materialmente dando clases, son crecientes. Es cierto que el amor de estos trabajadores a su actividad es parte de la explicación a estos hechos. Pero también, que muchos no se jubilan por los montos de las pensiones que recibirían, por completo insuficientes, y por la ausencia de contratación de personal de nuevo ingreso que dé continuidad a las labores de investigación que desarrollan y a las que han dedicado dos, tres o más décadas de sus vidas. En el ININ, el SUTIN ha presentado propuestas para permitir a los trabajadores con problemas de salud, un retiro adecuado, sin perder las plazas para renovar la plantilla de investigadores. La respuesta: no hay recursos. Estos ejemplos nos muestran que el problema de la seguridad social no es privativo de institución alguna, que no se puede desligar de la importancia de las actividades sustantivas de las instituciones de educación, investigación y cultura (en este sector las cosas no son muy diferentes) y que se requiere de soluciones que fortalezcan a las propias instituciones, pero que tomen en cuenta a sus trabajadores. Queda claro también que las salidas individuales y privatizadoras no han resuelto los problemas y que no es ese el camino. Este es un tema que requiere de una discusión de alcances nacionales. El futuro de estos trabajadores está en juego. *Carlos Guillén S., integrante de la Comisión Política de la Coordinadora Nacional de Sindicatos Universitarios, de Educación Superior, Investigación y Cultura, CNSUESIC, |
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Año 10. No. 536. del 26 mar al 02 abr 2016 | Premio de Comunicación Alternativa |