Portal Semanario
Año 13. No. 703. del 23 al 30 de junio 2019
Premio de Comunicación Alternativa

 

Es la misma gata...pero más revolcada

T-MEC SOMETE MÁS A MÉXICO QUE EL TLCAN

*Estos tratados se hicieron al margen de los trabajadores que verán afectados sus derechos.

*Tiene puntos que restringen las actiidades del gobierno que Canadá no aceptó y México sí.

*Limita a Méxicola posibilidad del desarrollo de productos farmaceúticpos genéricos.

 

Participación de la Doctora Josefina Morales*

Investigadora y Académica del Instituto de Investigaciones Económicas de

la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),

en el programa del 22 de junio de 2019,

Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com

El T-Mec, antes TLCAN tiene como una de sus novedades un apartado laboral, pero no se abordó la eliminación del sistema de outsourcing, que empobrece a los trabajadores e incrementa la explotación de la mano de obra, en cambio agudizó la sujeción del país a los intereses de los Estados Unidos, porque en el momento en que se quiera parar la reforma petrolera o reactivar a la producción del campo mexicano, los empresarios estadounidenses tienen armas para demandarnos, además pueden imponer los arenceles que quieran, señaló la doctora Josefina Morales, investigadora de la UNAM, especialista en el Tratado de Libre Comercio con América del Norte, en entrevista con Frecuencia Laboral: El Espacio donde los Trabajadores son la Noticia.

A continuación publicamos su colaboración voluntaria por escrito:

El miércoles 19 de junio de 2019 se aprobó en el senado mexicano, antes que en Estasos Unidos y Canadá, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que y renovó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y cambio de nombre, pues con anterioridad era popularmente conocido como TLC (Tratado de Libre Comercio).

Antes de ver las novedades del nuevoTLC, es necesario tener presente que los 24 años del TLCAN bajo el neoliberalismo en la globalizaciòn y la crisis, reprodujeron la dependencia y la polarización estructural de la economía mexicana, con nuevas características que profundizaron al mismo tiempo la descomposición y recompocisión del Estado, desaticularon la estructura productiva alcanzada y precarizaron el mundo del trabajo: dejaron como saldo un capitalismo monopolista neoolonial en Mèxico.

Hay que tener presente asimismo que la renegociación del tratado, denunciado demagógicamente por Trump desde su campaña presidencial, “como el peor tratado de la historia”, bajo el que Mèxico se “robaba los empleos”, se realizó, a lo largo de un año, bajo la espada de damocles que enarbolaba con el retiro unilateral del tratado, y con la guerra comercial abierta al imponer unilateralmente aranceles al acero y al aluminio, desde mayo de 2018, so pretexto de la “segurdad nacional” de los Estados Unidos.

Y con la imposición de arreglos sectoriales con México, como el caso del azúcar, que avanzaron incluso con un acuerdo bilateral previo que fracturó la negociación trialteral con Canadá; y a partir de mayo de este año el arancel de 17.5% al jitomate mexicano.

En otras palabras, bajo todas las artimañas autoritarias del imperialismo estadounidense, ahora comandado por Trump, el T-MEC se volvió parte del escenario de la guerra comercial, entre los países imperiaistas y, particularmente, la desatada contra China, que se iniciaron con la cancelaciòn de Tratado Transpacífico (TPP) al inicio de su administración en enero de 2017.

Nuevo Acuerdo: la misma gata más revolcada

En primer lugar, hay que reiterar que estos tratados se hacen al margen de los pueblos, de los trabajadores que verán afectados sus trabajos y sus derechos, al margen de la discusión abierta sobre el saldo de los 24 años del Tratado de Libre Comercio que llevó a México a la pérdida de su sobernía alimentaria y energética y al margen de un conenso democrático sobre el proyecto y destino del país que necesitamos.

El TLC no fue sólo un acuerdo de libre comercio, lo fue al mismo tiempo uno de libre circulación del capital, que no del trabajo, y abrió paso, a principios de este siglo, a aspectos estratégicos y de seguridad de la Amèrica del Norte. Al fracaso del ALCA en 2005, Estados Unidos fortaleció su estrategia de negociación bilateral, multiplicó los acuerdos bilaterales de inversión y después de la gran crisis dd 2008-2009 impulsó la negociación del TPP para aislar a China.

Donald Trump, siguió otra estrategia, se salió del TPP, impulsó una negociacion autoritaria del TLCAN, en gran medida bilateral e inició la guerra comrcial. Negociación que en gran parte terminó siendo un acuerdo ente México y Estados Unidos y otro Acuerdo entre Estados Unidos y Canadá. Y, en las últimas semanas decidió entrelazar el supuesto “libre comercio” con la migración y amenazó a nuestro país con la imposición de aranceles unilaterales, del 5 al 25%, si no acaaba con la migración centroamericana.

Amenaza que incidiría negativamente en el empleo del sector exportador y, consecuentemente en la balanza conerciarl y de pagos; en las calificadoras descalificadas que imponen supuestas califiaciones a empresas y Estados cuyos resultados determinan, en gran medida, el flujos del capital financiero trasnacional.

En esta ocasión destacamos un capítulo del T-MEC relativo al funcionamiento del Estado, que restringe las actividades del gobierno, sólo aplicable a nuestro país, Canadá no lo aceptó.

El capítulo 13, sobre la contratación pública que se abre complementamente, dice en su artículo 13.2 que “ Este Capítulo únicamente aplica entre México y Estados Unidos”.

Y también hay que destacar que con este Tratado Estados Unidos nos metió en su guerra comercial con China, al establecer en el capítulo 32 sobre excepciones y disposiciones generales, artículo 10, numeral cinco, que “La suscripción por cualquiera de las partes de un tratado de libre comercio con un país que no sea de mercado permitirá a las otras partes terminar este Tratado”, lèase que Estados Unidos define qué país tiene economía de mercado y cuál no y, por supuesto, China no lo es.

Y , por último, hay que tener presente que el apartado sobre propiedad intelectual limita como el TPP, como han señalado diversos especialistas, la posibilidad del desarrollo de productos farmaceúticpos genéricos, tan necesarios para atender la salud pública en nuestros países subdesarrollados y dependientes.

Dra. en Estudios Latinoamericanos, i nvestigadora titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA).

 
   
 
 

 
 
 
 
 

 

 

Año 13. No. 703. del 23 al 30 de junio 2019
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