PÁGINA SOLIDARIA
En solidaridad publicamos textualmente
EN EL IEMS CDMX LA REGULACIÓN DE LA SUBCONTRATACIÓN ES REGULACIÓN DE LA EXPLOTACIÓN LABORAL
*Es tiempo de decir ¡Basta! de que el presupuesto público vaya a los bolsillos privados.
*Basta de aprovechar la pandemia para despedir a los trabajadores.
*Basta de outsourcing en el IEMS CDMX.
Por Leticia López Zamora. Secretaria General SUTIEMS
La contratación de mano de obra mediante “outsourcing” o empresas de tercerización estaba regulada dentro de la Ley Federal del Trabajo (LFT) desde hace mucho tiempo, bajo el rubro de “subcontratación”, sin embargo con el tiempo algunos empresarios sin escrúpulos han abusado de esta figura para obtener millonarias ganancias basadas en la explotación y la miseria de los trabajadores.
Es particularmente grave lo que ocurre con las empresas que se dedican a la limpieza y el mantenimiento de edificios y oficinas y que se concentra particularmente en ganar contratos públicos usando artimañas para eliminar a los competidores, como presentarse a la licitación con tres razones sociales diferentes que en realidad se tratan de la misma empresa y el mismo propietario que opera con representantes legales, prácticas que han sido denunciadas repetidamente en diversas notas periodísticas. Las empresas son sancionadas y se prohíbe volver a contratarlas en el gobierno, sin embargo, enseguida cambian de razón social y nuevamente vuelven a licitar contratos públicos, los ganan o los obtienen por adjudicación directa y violan la ley una y otra vez, sin que las autoridades de todos los niveles les pongan freno.
El nombramiento de Martí Batres como secretario de gobierno local debería significar un cambio profundo en la política pública de tolerancia a los abusos de las empresas de limpieza que viven y prosperan de los fondos públicos a través de licitaciones y adjudicaciones directas en las oficinas públicas y otros organismos como el Metro de la CDMX y en particular en el caso del IEMS CDMX (Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México) donde el SUTIEMS (Sindicato de la Unión de Trabajadores del Instituto de Educación Media Superior) sindicato titular, ha ganado desde 2016 un laudo por el incumplimiento del convenio de conjuración de huelga de 2013 que obliga al Instituto a abrir mesas para la basificación con miras a “lograr la estabilidad laboral de los trabajadores” de lengua y cultura náhuatl y del sistema semiescolar que siguen contratados por honorarios desde 2007, y en particular, de las trabajadoras de intendencia (porque la mayoría son mujeres), que desde la creación del IEMS en 2000 fueron contratadas bajo el esquema de outsourcing.
Desde entonces, como en el resto de las oficinas públicas, los espacios para el trabajo más indispensable pero más desdeñado, se nutren de los trabajadores más vulnerables: personas de la tercera edad que nunca tuvieron acceso a una jubilación, jubilados con míseras pensiones que les resultan insuficientes para sobrevivir, madres solteras jefas de familia, mujeres jóvenes de bajos recursos, sin acceso a la educación y con escaso conocimiento de los derechos laborales, que lidian todos los días con la precariedad, la marginación y la violencia de género sin ningún tipo de apoyo institucional o gubernamental.
Navegan entre el abandono y la desesperanza sin seguridad social, pues las empresas frecuentemente no dan de alta ante el IMSS a las trabajadoras durante meses o las dan de baja inesperadamente, ellas se enteran justo cuando requieren el servicio y éste les es negado. Enfrentan de forma cotidiana las secuelas de la falta de atención médica por diversos padecimientos de ellas o sus familias que se agravan en lugar de aliviarse, pero sobre todo enfrentan, con nada más que valor, el abandono ancestral de un estado que brilla por su ausencia en la periferia de la ciudad de México, la que llaman en el discurso oficial: la de la esperanza, la de los derechos para todos… pero que aquí, lejos del centro, no evoca más que la ironía cruel.
Viven con el miedo constante a ser despedidas si se quejan o denuncian las arbitrariedades de las que son objeto, son presas fáciles de hostigamiento sexual y se les obliga a realizar trabajos que NO están dentro de sus funciones de limpieza ante la mirada tolerante de las autoridades del IEMS CDMX: Si la bomba de agua se descompone, es más barato obligar a mujeres de la tercera edad o con enfermedades crónico degenerativas a acarrear en cubetas y subir algunos pisos para mantener abierta la escuela, que destinar el presupuesto necesario para repararla. Mover los muebles, desyerbar de rodillas sobre el piso de adoquín bajo el sol ardiente son tareas cotidianas… Han mantenido impecables las escuelas durante casi dos décadas para ser despedidas de un día para otro en medio de la tragedia humana provocada por la pandemia, porque “ya son demasiado viejas”.
Aquí en el IEMS las nuevas autoridades de la ciudad de México tienen la oportunidad de comenzar a revertir la dolorosa derrota de la izquierda en una ciudad que desde hace décadas se había distinguido por ser la más progresista del país. Hacer cumplir los laudos ganados por los trabajadores desde hace años puede ser el saludable punto de partida para revertir los graves retrocesos en materia laboral que han provocado las lesivas reformas a la LFT, hacer cumplir la ley para defender a los más débiles de quienes durante años han abusado de su poder económico, de sus contactos políticos y que medran a la sombra del presupuesto que pagamos todos para que sean los pobres los que quedan siempre al final.
En el IEMS CDMX es tiempo de decir ¡Basta! Basta de impunidad. Basta de tolerancia a los abusos cometidos contra los trabajadores más vulnerables. Basta de que el presupuesto público vaya a los bolsillos privados. Basta de aprovechar la pandemia para despedir a los trabajadores. Basta de outsourcing en el IEMS CDMX.
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