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Después del 2 de octubre de 1968 se expandió la lucha *Tras la represión unos murieron, muchos fueron presos, muchos se desanimaron. *Algunos optaron por la vía armada y se sumaron a las guerrillas. *Hubo otros que se orientaron hacia las fábricas con la idea de concientizar a los obreros. *En el libro PROHIBIDO OLVIDAR se narra esta y otras historias. Dale click para leerlo.
Integrante del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear y colaborador voluntario de Frecuencia Laboral, Publicación Original del Portal www.frecuencialaboral.com En el aniversario 53 de la represión al movimiento estudiantil popular de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, recordamos a las incontables víctimas de la barbarie gubernamental, que cayeron abatidas por las balas y bayonetas de las fuerzas armadas. Probablemente nunca sepamos cuántos estudiantes, obreros, trabajadoras, niños y madres o padres, perdieron la vida por reclamar algo que hoy podemos ver tan elemental como las libertades democráticas, pero cuyo reclamo se consideró por el gobierno como una conjura. El movimiento estudiantil llenó las calles y plazas de las principales poblaciones del país durante meses, de cantos, de alegría y coraje, de reclamos y de invitaciones al pueblo a sumarse a la lucha por dejar atrás el autoritarismo y el conformismo. El movimiento acordó un pliego petitorio de seis puntos que pedían derogación de los artículos 145 y 145 del Código Penal que definían el delito de disolución social, libertad a los presos políticos, deslinde de responsabilidades, destitución de los jefes policiacos responsables de la represión, desaparición del cuerpo de granaderos y no creación de cuerpos similares e indemnización a las familias de muertos y a heridos. Pero además del pliego petitorio, el movimiento fue construyendo otro programa, el surgido del contacto y la solidaridad del pueblo trabajador. Este programa, mucho más rico, incluía mejor transporte y servicios en las ciudades, apoyo al campo y salario y democracia en las fábricas, entre muchos otros puntos. Este otro programa y la creciente vinculación de sectores populares al movimiento constituían el peligro que "amenazaba" al sistema político dominante. La incorporación de la clase obrera a la lucha implicaba poner en riesgo las "muletas" en que se apoyaba el sistema político que, a falta de una base social propia, se sostenía con el apoyo del charrismo en los sindicatos y caciques en el campo. La violenta respuesta del gobierno al movimiento no fue porque cumplir el pliego petitorio del movimiento pusiera en riesgo alguno al sistema y su control sobre la población, fue para impedir que se integraran obreros y campesinos al movimiento. Después de ese 2 de octubre, el movimiento retrocedió; ya no pudo salir a las calles. La mayoría de sus dirigentes fue enviada a la cárcel y muchos murieron. Había que decidir qué hacer. Una parte importante de los estudiantes en lucha creían que debía continuar el movimiento, pero con otras formas de lucha. Muchos de ellos, convencidos de que las formas democráticas de participación se cancelaron el dos de octubre, optaron por la vía armada. Ya fuera integrándose a los grupos guerrilleros previamente existentes -sobre todo en el medio rural- o creando organizaciones urbanas político militares, en una actitud heroica pero poco ligada a las masas; muchos jóvenes estudiantes pasaron a la clandestinidad. La respuesta del Estado fue una guerra sucia que sacrificó a cientos de jóvenes luchadores, los infiltró y los quiso enterrar en el olvido. Otra parte de estudiantes, también convencidos de que la lucha debía continuar, lo hizo llevando su experiencia y prácticas democráticas al corazón mismo del sistema, a las fábricas, a las colonias y barrios obreros, a las comunidades de trabajadores del campo. Sin el impacto mediático que acompañó al movimiento armado, estos estudiantes fueron parte fundamental de la insurgencia obrera que sacudió al país en los años posteriores y que aún hoy, está presente en la mayoría de las expresiones sindicales en lucha, tanto en el campo como en la ciudad. Con motivo de un aniversario de Frecuencia Laboral, el espacio donde los trabajadores son la noticia, el equipo responsable de este proyecto de información de y para los trabajadores, publicó el libro Prohibido Olvidar, en el que se incluyó el capítulo "De las aulas a las fábricas" a fin de rescatar la memoria de esta experiencia de organización obrera con la que se continuó la lucha del movimiento estudiantil de 1968 y se rindió el mejor homenaje que se puede hacer a los caídos, que es continuar su lucha. Hoy que desde algunas organizaciones que se reivindican de izquierda, prácticamente se ha olvidado el papel de la clase obrera en la lucha, reduciendo todo a un movimiento ciudadano por la democracia, sin considerar el papel de los trabajadores en la producción, es de gran utilidad recordar las experiencias de lucha de otros momentos y aprender de ellas para rescatar los positivo y evitar cometer los mismos errores. Invitamos a leer las historias de lucha recopiladas en este libro.
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